El hipotálamo es una parte de nuestro cerebro implicada en la regulación del apetito. Allí se liberan diferentes proteínas y péptidos que modulan las sensaciones de hambre y saciedad, como son el Neuropeptido Y (NPY) y el péptido relacionado con la proteína Agoutí (AGRP), ambos implicados en la señalización orexigénica (estimulante del apetito); asimismo, también se sintetiza Pro-opiomelanocortina (POMC) y el péptido relacionado con la acción de la cocaína y anfetamina (CART), ambos implicados en la señalización anorexigénica, o supresora del apetito. A pesar de que tienen orígenes genómicos diferentes (el gen NPY se localiza en el cromosoma 7, AGRP en el 16, POMC en el 2 y CART en el 5), estos péptidos forman parte de un sistema de regulación redundante del apetito, tal vez para asegurar que los individuos activarán la búsqueda de alimento cuando sus reservas energéticas menguan.
Antes de que un gen se traduzca a una determinada proteína, debe transcribirse a ARNm (ácido ribonucleico mensajero) y conocer los niveles de un ARNm nos da una idea de cuanta proteína habrá. Estudios realizados en el Laboratorio de Biología Molecular, Nutrición y Biotecnología (LBNB) de la UIB, han mostrado como se regulan los niveles de ARNm de los genes que codifican para los péptidos hipotalámicos: NPY, AGRP, CART y POMC, en animales sanos, en condiciones de ayuno y realimentación. Concretamente, los niveles de ARNm de los péptidos orexigénicos aumentan en condiciones de ayuno, lo que ayuda aumentar la ratio entre los niveles de ARNm de los péptidos orexigéncios/anorexigénicos, que en conjunto aumenta la sensación de hambre. Tras la alimentación, el perfil de expresión de estos genes, se invierte, lo cual disminuye el apetito.
Es interesante que, en el caso de animales obesos, las características de dicha regulación se pierden, y se ha visto que el hecho de que no aumentar los niveles de ARNm de NPY en el ayuno, lejos de resultar en un efecto beneficioso, es indicativo de la desregulación metabólica que se presenta en la obesidad. En los mismos estudios, se ha observado que, al disminuir el peso corporal, siguiendo una dieta equilibrada, los animales anteriormente obesos recuperan la regulación hipotalámica del apetito.

Otro aspecto que también modula la función a nivel fisiológico de dichos péptidos es la presencia de variaciones genéticas. Hay diversas variantes genéticas de un solo nucleótido (SNPs) en los genes que codifican para los péptidos Otro aspecto que también modula la función a nivel fisiológico de dichos péptidos es la presencia de variaciones genéticas. Hay diversas variantes genéticas de un solo nucleótido (SNPs) en los genes que codifican para los péptidos hipotalámicos implicados en la regulación de la ingesta, y algunas de ellas también contribuyen a modular nuestro apetito de manera diferencial.
Una variación conocida es la rs16147 (NPY), la cual se ha asociado directamente con la predisposición a la obesidad en un estudio realizado con chicos españoles. Concretamente presentar una timina en una posición específica del gen, en lugar de una citosina, se ha valorado como variante de riesgo a padecer obesidad. Así pues, conocer las variantes genéticas y su papel funcional nos acerca a una mejor comprensión de nuestro organismo, de los riesgos/beneficios específicos a los que genéticamente estamos más predispuestos y de potenciales estrategias de intervención en nuestro estilo de vida para contrarrestar los aspectos más negativos y potenciar aquellos más positivos.
Autores:
- Bàrbara Reynés. Doctora en Alimentómica SL y Profesora asociada de la UIB. Grupo Nutrigenómica y Obesidad. LBNB (UIB)-IdISBa
- Francisca Serra. Catedrática de Nutrición y Bromatología de la UIB.